miércoles, agosto 10, 2005

Alucinantes decepciones, amargas visitas previas

Bueno aca dejo "Fumar" lindo cuento sobre la soledad y compania de arte (desagradable)de expulsar humo porla boca y nariz. Le hice algunos retoques espero que les guste.

Fumar

“Lime and limpid green, the sounds sorround the icy waters underground”

Doy vida en mi mano izquierda la llama del encendedor a bencina que me acompaña desde hace tres años, la luz flamante ilumina mi rostro y unos pocos centímetros de oscuridad ciudadana, baila el fuego en mis dedos y luego se apaga. En mis manos el faso no baja su altura, permanece haciendo círculos cerca del mentón, siempre presto a una pitada furtiva, intensa que lo revitaliza en su agonizar lento y caliente.
Es verdad que odio el tabaco, se llevo muchas vidas inocentes conocidas mías y arruina tantas otras, gargantas, pulmones cantantes de ilusiones paganas enceguecidas por la nicotina y el alquitrán cokeado; por eso fumo este tipo de hierbas desconocidas para el fumador activo moderno. Lejos del opio, cercano a la menta, la amapola azul, burrito se arremolinan ante mis ojos los humos de su combustión, últimos rezagos de esas vidas vegetales. A veces por su causa derramo unas lágrimas de irritación ocular. Cedrón moribundo, seco antes de ser quemado, aspirado por los huecos de mi interior húmedo, sangriento, orgánico. Siento tu gusto amargamente refrescante, mezcla de peperina y hoja de sauce recorriendo rápidamente la tapa del paladar. ¿Te acordás de las jornadas de caza a la orilla de la ruta? Veranos familiares con familiares amigos, rifle al hombro, haciéndole frente al camino.
Hay veces que la noche se enfría acorde a mis emociones, en Tigre suele pasar, pero no me preocupa, es natural y lógico, como que el río huela a muerto. Río Muerto. Cae la helada en mi espalda, mientras camino por la avenida Cazón, son casi las dos de la mañana me dice el reloj de la estación de trenes que detuvo su marcha mecánica hace horas. Dejándome relativamente tranquilo, porque se que el transporte tardara en llegar.
Los sufrimientos mentales no puede calmar, aunque tiene cierto poder anestésico, debo afirmar, es aproximadamente media onza, precisamente mezclada de pasionaria y jazmín, las flores, claro esta. Me narcotizan levemente, transmitiendo señales ralentizadas a mi cerebro, aparentemente distorsionan la señal que le manda mis miembros cansados de caminar. Flojos
No me importa demasiado, así que engancho Paseo Victorica con un brusco cambio de dirección que parece incomodar a un par de señoras que viene del casino con sus baldecillos repletos de valioso aire. Sobre las improvisadas veredas están las mismas piedras chotas, y el asfalto pedorro del caminito asfaltado deficientemente, la gente de la municipalidad no sabe que los árboles siempre ganan porque tienen tiempo para romper sus estúpidas construcciones a nivel del suelo con la fuerza de las pacientes raíces. Las salto sin problemas, si bien me tropiezo con algunas por la pésima iluminación, reflejada en cientos de destellos en la espejada superficie viscosa del agua, donde pocos barcos y botes flotan arrítmicamente, algunos bautizados, otros más humildes o anónimos; todos en silencio recibiendo el lento bautismo del sereno.
Poso mi mano en la zona genital de la estatua rodeada de banderas, sin notar la presencia policial pasada de peso que me sonríe desde su barco patrulla gorilón. En mi bolsillo derecho me llama con vos jamaiquina una pequeña cajita plástica que alguna vez contuvo pastillas confitadas casi incomibles, en la bolsa de tela del sobretodo la pipa de incienso me hace notar sus ganas de conocer a la sustancia que viven en dicha caja.
Las piedras son iguales en tamaño y forma, quizás con más luz, en color también, no lo sé. Delante hay más, en una hilera serpenteante con forma de camino. Dije que las piedras eran iguales, pero siento al paso la irregularidad del terreno, hombres que alteran la perfección aparente, es lógico pienso…existo en el momento y me pregunto adonde mis pasos llegarían si los ladrillos de mi ruta fueran amarillos y si mi lugar de llegada fuera otro, mas allá del asiento hecho de cemento.
Las cosas son mas comestibles, cuidado con el bajón, escuchá música me dijeron los experimentados. Puras patrañas, hace tiempo que la conozco y jamás me mostró ni las mas leves variaciones o torceduras de la realidad, apenas algo cambio, como apenas cambia la visión con las pupilas algo mas dilatadas. Olores picantes, humo demasiado irritante para pasar por la nariz de los temerosos, verdad límpida, aroma a Ferro, Chacarita, Reagge, Santana. Ecos que resuenan en la cabeza, pensamientos que se pierden en el intento de pensar, en los logros de querer imágenes y recuerdos desvanecidos hace tiempo, lejano ya cuando los visito desde mi banco de cemento frente al río algo mas limpio, en mi sitio de reunión obligada, con amigos, amor…soledad, cercana pero ausente en presencia, soledad. Miro las aguas, me acuerdo del frío que siento, no le doy bola; arrojo círculos de humo, y la pipa describe otro antes de hundirse, siento el calor de la bufanda, el sabor de un caramelo de menta. En mi mente resuena algo, y también en las heladas aguas…

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